DEMASIADOS ANTIDPRESIVOS

La semana pasada cayó en mis manos la revista del Magazine de la Vanguardia. Había un relato de Angeles Caso, que hablaba de una amiga suya y me hizo sentir muy identificada con el personaje y el relato. Os transcribo una parte, la que mas he remarcado.

Mi amiga L. ha perdido a su madre hace algunos meses. L. adoraba a su madre. Ambas habían estado muy unidas durante toda su vida. Ahora siente que le falta una parte fundamental de si misma. Como es lógico L. está muy triste. Los ojos siempre tan vivos, se le han difuminado bajo una especie de neblina, la marca trágica de la nostalgia definitiva. Pero la vida ha seguido adelante. Simplemente el dolor late infatigable bajo la apariencia de la normalidad. L. acude cada dia animosa al trabajo, se ocupa de sus hijos, es tan afable como siempre con su marido y se reune con sus amigos a menudo. Va al cine, sale de compras y hasta planea las vacaciones de verano. Sabe que su pena seguirá ahi durante mucho tiempo, quizá para siempre, imperturbable y firme, pero lo ha asumido y aprendido a convivir con ella.

A l verla tan triste, algunas personas se empeñan en recomendarle que tome antidepresivos. pero L. se niega en redondo. Su razonamiento me parece de una enorme sensatez: mi amiga sostiene que su dolor es sencillamente natural. Como no echar de menos a alguien a quien has querido tanto? como no lamentar cada dia la cantidad de pequeñas cosas hermosas que no le puedes explicar? Las buenas notas de los nietos? El que haya llegado al poder un Presidente de Color en estados Unidos? Todo lo que está sintiendo, por duro que sea de soportar, significa que ha tenido la suerte de tener una madre maravillosa y de quererla con todas sus fuerzas. En el fondo, su actual dolor es la prueba de que ha sido una mujer afortunda.